A veces es cuestión de insistir. Cuándo la idea o el proyecto fracasa, marca un final. Pensarlo de esa forma es considerar el futuro de los proyectos o negocios de forma binaria: va bien o va mal, es exitoso o fracasa. Cualquiera de los caminos es, sin dudas, un punto final, un dictamen de la realidad un juicio empírico que evidencia un resultado inamovible. Sin embargo, una de las características principales de los grandes emprendedores y empresarios es la capacidad de insistir, de probar por otros lugares, de hacer pequeñas modificaciones e intentarlo de nuevo una y otra vez. Es ésta la cultura de APELAR AL FRACASO.

Así como un juez da una sentencia, el mercado lo hace con los negocios: ÉSTE NEGOCIO ES CONDENADO AL FRACASO. Es ahí en donde el emprendedor nato grita sin dudar: «apelo a la sentencia! apelo al fracaso» y discute nuevamente, porque el fracaso, en sí, es un proceso de aprendizaje, por ende, no es fracaso si se aprende. Es simplemente una alerta de que por ahí, en ese momento y de esa forma, no es el camino. Imagina una habitación con cientos de puertas, algunas abrirás y tendrán un cartel que dice «fracaso» pero solo por una puerta puedes llegar al éxito, entonces, te quedas con la primer puerta que abriste? o sigues intentando? Exacto! apelas al primer fracaso y sigues probando, insistes, modificas, cambias, aprendes, mejoras, hasta que sale!

Apelar es solicitar que se anule una sentencia. Apelar al fracaso es decirle al mercado que se revea, pero el mercado es parte del proyecto, y el proyecto del emprendedor. Entonces es decirse a sí mismo que no existe el fracaso, que lo debemos sentenciar de otra manera. Quizás no obtuvimos los resultados que esperábamos, pero justamente por eso, debemos seguir insistiendo, para alcanzar el objetivo deseado. Y el fracaso nos muestra por donde NO ES que, si lo vemos de esa forma, no hace más que aumentar las probabilidades de encontrar el camino correcto.

Pidamos revancha al fracaso, porque el fracaso no es un estado, es un hito, es una sentencia puntual que debe ser inmediatamente apelada y transformada en un hecho de aprendizaje que nos permita facilitar el camino hacia el éxito, porque tal vez, el éxito es eso, saber salirse del fracaso.