Emprender es un hábito que surge desde lo más profundo del corazón. Es parte de la naturaleza de los emprendedores. Habrá claves para traducir las ideas en acción, y técnicas para profesionalizar la generación de proyectos, sin embargo, nunca deja de ser parte de la naturaleza de un emprendedor, de su instinto… de su razón de ser.

Es como la historia de la rana y el alacrán: En ella un alacrán le pide a una rana que le ayude a cruzar el río prometiéndole no hacerle ningún daño. La rana accede subiéndole a sus espaldas pero cuando están a mitad del trayecto el alacrán pica a la rana. La rana dolorida y paralizada le pregunta «¿cómo has podido hacer algo así?, ahora moriremos los dos» ante lo que el escorpión se disculpa «no he tenido elección, es mi naturaleza«.

Sucede lo mismo entre los desafíos y emprendedores. Está en la naturaleza de los emprendedores HACER. Está en su naturaleza ACEPTAR los desafíos. Es por ello que el éxito es una de las posibles consecuencias, pero el verdadero y profundo estado de ÉXITO (y felicidad) es la aceptación de los desafíos y su evolución, más allá del resultado propio del negocio.

Sucedió con Thomas Edison que no se conformó con haber inventado la lámpara y haber fundado lo que luego fue General Electric, sino que siguió inventado y desafiando, emprendiendo, haciendo realidad ideas y quizás sean ellas las que pregunten (como la rana), y el emprendedor con la misma claridad que el alacrán responde «es esa mi naturaleza».